Sergio Hernández González es Administrador y Relacionador
Público de profesión. Padre de dos hijas, Ignacia la mayor de 9 años, y Amparo
de 2. Desde hace 11 años se desempeña como trabajador en el Metro de Santiago
como Jefe de Estación y en el día a día debe lidiar con la contingencia y
vorágine de su labor.
Como colocolino, está ligado al club desde pequeño, pero
formalmente como Socio desde 1989.
A lo largo de los años ha sido integrante de grupos activos
de socios y socias participando activamente de la vida institucional y
colaborando en actividades sociales y culturales ligadas al Club Social y
Deportivo Colo-Colo.
Una tarde de lunes, y previo a una de las tantas reuniones
que se realizan en el Estadio Monumental, se toma una pausa y conversa con
“Pasión del Pueblo”, la revista del CSD Colo-Colo para analizar la contingencia
social y la vida institucional.
¿Cómo ha sido tus últimos dos meses de tu vida?. Lo pregunto en tu
condición de trabajador del Metro de Santiago…
Han sido dos meses complejos. El inicio del estallido social
que aún atraviesa el país se focaliza en el Metro. Antes del 18 de Octubre los
estudiantes llevaban dos semanas previas con evasiones y eso fue una bola de
nieve que fue creciendo y que revienta el 18 de Octubre, día en que me toca
estar en la Estación de Metro de Estación Central. Recuerdo que los cabros
(estudiantes) saltaron los torniquetes, hubo incidentes y la estación quedó
inoperativa y Metro decide suspender sus operaciones, algo inédito en la
historia del ferrocarril metropolitano, ya que nunca se había dejado de operar
por algo de estas características: que eran manifestaciones en su interior.
Esto fue el punto de inflexión a lo que pasó después, ya que esta suspensión
gatilla en la paralización de la ciudad y que esto sea una rebelión popular que
no sabemos en qué va a terminar. Si espero que las demandas que está pidiendo
el pueblo se puedan canalizar y ojalá llegar a bien puerto con esas demandas.
De la rebeldía de los estudiantes pasemos a un club formado por
rebeldes, ¿cómo nace tu unión con Colo-Colo?
Mi primer partido en el estadio es en el año 1989 y llego a
un partido en el Estadio Nacional y a un clásico muy particular, ya que si
Colo-Colo ganaba ese partido, la U descendía. El partido fue para el olvido, ya
que nos golearon por 3-0 y quedó la embarrada en el estadio. Yo era chico,
tenía como 12 años y fue la primera vez que vi a la Garra Blanca. Yo no tenía
idea de lo que era un estadio y cuando iba entrando pensaba que iba a aparecer
alguien a transmitir el partido. Era muy pájaro y quedé impactado, ya que
perdió Colo-Colo y la barra comenzó a quemar los tablones del sector norte y
era algo que yo no había visto nunca en mi vida.
Como siempre fui colocolino seguí asistiendo al estadio y
siempre pensaba que la barra se juntaba de forma espontánea tras el arco norte,
pero para un partido escuché que había una reunión en Cienfuegos 41 a las 8 de
la noche y junto con mi amigo de entonces, David, nos dimos cuenta que la barra
tenía una estructura, una organización y partimos a la reunión. Ahí vimos a
todos esos gallos que veíamos en el estadio, todos mayores que nosotros. Ese
día me hice socio tanto del Cub como de la barra y me sentía orgulloso de
pertenecer a esos locos que alentaban a Colo-Colo de una forma más particular
que el resto del estadio.
En ese tiempo, la barra era un grupo bien heterogéneo, no
habían separaciones y después como fue creciendo todo, se decidió dividir la
barra por comunas, y cada grupo o piño fue colocando su propio nombre. Ahí
aparecen los Dangers de La Florida, los Killers de La Cisterna, Los Drogos de
La Pintana, etc, era una forma de darle un orden a la organiza que empezaba a
expandirse por todos lados.
Con los años algunas cosas cambian, pero el amor por Colo-Colo se
mantuvo intacto. Sergio Hernández cambió algunas de sus prioridades en la vida
y poco a poco se fue desligando de la barra, pero siempre se mantuvo ligado al
Cacique, esta vez en otras organizaciones.
El primer grupo que estuvo en la barra, no me gusta hablar
de Vieja Escuela, y que estuvo entre 1986 y 1991 con los años fue cambiando y
se fue alejando del estadio. En mi caso, que vengo de familia humilde, y no me
daba para estudiar y venir al estadio. Me fui alejando un poco de la orgánica estadio – barra, pero me mantuve ligado a otras organizaciones donde también
participaba gente del estadio en otras instancias, tales como universidades,
federaciones, organizaciones sociales y se fue juntando un grupo de amigos que se
juntaba en la barra y que postulábamos que había que quemar etapas y marcar
hitos, por ejemplo, si alguna vez perteneciste a la barra, lo lógico después es
participar de la vida social e institucional del Club y luego a nivel dirigencial.
Eso se fue dando en varios grupos y particularmente en el mío, el que le
pusimos “La Cofradía”, y dónde participa gente que perteneció a la primera
época de la barra y otra gente que no son barristas, pero que les interesa la
vida institucional de Colo-Colo y participar activamente de eso.
¿Cuál fue el trabajo que realiza la agrupación de socios “La Cofradía”
y cómo se hicieron un espacio en la vida dirigencial del CSD Colo-Colo?
Nosotros como “La Cofradía” trabajamos activamente con la
base social, estuvimos ligados de todas las agrupaciones de socios que existen
en torno al Club, especialmente tuvimos una relación social política con
Colo-Colo de Todos, que fue la gran base del primer directorio democrático que
tuvo el Club después de la quiebra, y gracias a ese trabajo colectivo y en
sintonía con otros grupos se fue dando esta estructura de directores desde “La
Cofradía”, que tuvo a Juan Tobar como integrante de la mesa directiva en el
primer período del mandato de Fernando Monsalve.
Luego, con el tiempo, se conforma el colectivo “La
Fuerza de su Gente”, que es el proyecto liderado por Edmundo Valladares que
llegó a la presidencia del Club en diciembre de 2018. Debo reconocer que por temas laborales y
académicos no participé mucho de esa primera parte, pero como había estado en
algunas reuniones siendo expositor de mesas de trabajo que se habían
realizado, se comunicó conmigo Edmundo para decirme si quería ser el Director
de Comunicaciones del Club. Yo en lo personal quedé para adentro, porque es un
área sensible dentro de la Institución y es una responsabilidad enorme. Me
asusté un poco, pero pensé que era el momento de hacer algo por Colo-Colo, por
la Institución en general, pero también por el proyecto que representa Edmundo,
de quien tengo la mejor impresión y me parece una persona súper respetable. Por
eso asumí el compromiso de colaborar para hacer mucho más grande nuestra
Institución.
¿Cuál es la labor que se realiza desde Comunicaciones y que es lo que
se pretende proyectar en estos cuatro años de Directorio Nacional?
Uno de los lineamientos que está en la base de trabajo que
elaboramos como “La Fuerza de Su Gente” y que después teníamos que proyectarlo
en el Directorio Nacional es sin duda fortalecer las comunicaciones con las
socias, socios e hinchas del Club, llevar una voz cantante en cuanto a
comunicar qué es el Club, cómo se trabaja y para dónde va, con una política de
puertas abiertas, dónde el hincha se sienta representado, dónde las socias y
socios estén informados, dónde tengamos una comunicación fluida con nuestra
base societaria. La idea es que a través de las planificaciones, del proyecto
comunicacional que tengamos, proyectemos el Club que queremos para que a futuro
podamos tener 10 mil o 20 mil socias y socios al día. Ese es el trabajo que
tenemos como misión.
En el último año hemos visto al Club con constantes apariciones en los
medios de comunicación posicionándose en
temas que van más allá de lo deportivo. Imagino que esto te deja buenas
sensaciones para lo que viene…
Creo que hemos comunicado de buena manera el mensaje en el
último año, pero siempre hay cosas por mejorar. Debemos encontrar una forma o
un modo de comunicar de manera que el hincha, el socio o socia, se sienta mucho
más parte de nuestra Institución, que el hincha quiera inscribirse como socia y
socio, que quienes vean nuestras redes
sociales, nuestros videos, se sientan representados y se vean reflejados en el
Club y se motiven a participar de todo lo que genera el Club Social.
Debemos fortalecer el trabajo colectivo, comunicacional y
proyectarlo. Nosotros somos el nexo con el directorio. El Área de
Comunicaciones es el catalizador del Club. Todas las áreas nos piden algo a
nosotros y ese pedido debemos transformarlo en Comunicación efectiva, y que ese
mensaje llegue de forma clara a todas las socias, socios e hinchas y que éstos
se sientan parte, querido y empoderados dentro del Club.
Hace unos días se cumplió un año desde que asumió este Directorio
Nacional que encabeza Edmundo Valladares, haciendo un análisis de lo realizado,
¿cuánto se ha avanzado en los últimos 365 días?
Mi evaluación de este año de directorio es positiva. El
directorio anterior encabezado por Fernando Monsalve tuvo el desafío de
levantar el Club ya que lo encontró en el suelo, sin socios, documentos y
prácticamente sin oficina. Hay que
reconocer que recibimos un Club más ordenado y nuestra pega es fortalecer y
engrandecerlo mucho más de lo que es. En este último año se ha hecho un muy
buen trabajo en lo directivo, social, económico y comunicacional, creo que se
ha fortalecido el posicionamiento del Club tanto de forma interna como externa.
A mi parecer, Edmundo ha logrado posicionar al CSD Colo-Colo en los medios y es
una voz reconocida en el ámbito socio político cultural del país. Sin duda que
nos falta más, pero creo que así como vamos al final de estos 4 años vamos a
tener un Club Social mucho más grande, empoderado y fortalecido. Creo que este
directorio tiene ese desafío y tiene la gente para hacerlo.
Entre tu trabajo en el Metro y tus labores de Director Nacional me
imagino que queda poco tiempo para la familia, hay cansancio y agotamiento,
pero al final del día el trabajo por el Club te deja lleno de
satisfacciones…
Trabajar por el Club es algo que me motiva, que me gusta. La
familia sabe que es un trabajo que reúne a mucha gente y que no es
individualista. Yo no trabajo para mí acá. Yo tengo un trabajo en el Metro que
me permite vivir para mis hijas y mi madre, pero el estar en el Club es un trabajo
colectivo que no tiene remuneración económica, pero tiene otros retornos, como
son la satisfacción de trabajar por un colectivo, por tus ideales y por
fortalecer una Institución que tú crees que debe estar presente en la vida
social de todos los chilenos, incluso en aquellos que no son colocolinos.
Sin duda, a veces hay muchos costos familiares y hay
agotamiento y cansancio, pero todo eso queda chico al estar apoyando y
colaborando en lo que a uno le gusta y sobre todo, trabajar por tus ideales.
Creo que Colo-Colo representa eso para mucha gente, ideales, un estilo de vida,
ya que este Club es una forma de ver, de sentir, de ver el mundo y de
posicionarse dentro de esta sociedad.