Días
después de la multitudinaria manifestación de mujeres el 8 de marzo por las
calles de Santiago, Chile y el mundo entero, Macarena Orellana, reconocida
deportista del Kickboxing nacional, recibió en su hogar a Pasión del Pueblo
para conversar de Colo-Colo, el rol de las deportistas en la política,
feminismo y género.
Se
sentó en el comedor, de espaldas a una muralla que mostraba orgullosa a Muhammad Ali y diferentes paisajes de Bolivia
porque para la deportista, Ali y el país vecino, son ejemplos de lucha y
conciencia social. Al frente de Orellana, en un sillón descansaban sus gatos y
tendidos en un atril estaban sus cinturones y trofeos que ha alcanzado con el
Kickboxing.
Gracias por recibirnos en tu casa. Y permíteme decir que es muy
linda tu muralla.
¿Te
gusto? Gracias. Es parte de nuestro espacio con la Fran.
¿Qué significa esta muralla y espacio para ti?
Acá
yo no paso mucho tiempo, salvo ahora que estoy lesionada y he pasado más tiempo
que los cuatro años que llevo viviendo acá. Y tengo muchas cosas que me
representan. Los cinturones que son los que me representan, mi carrera está
ahí. Mis medallas, mis cositas de Colo-Colo y fotos con mi compañera que
también es colocolina. Y bueno acá tengo esta pared y es medio chistosa porque
tiene una trizadura por el terremoto del 2010. Acá en la Villa Olímpica quedó
la cagá pal terremoto y con la Fran la pintamos y pusimos cosas que nos
representan. Ali, por ejemplo, para mí es un referente dentro del box porque ha
sido uno de los deportistas que ha colocado una línea política dentro del
deporte, denunciar el racismo y tener esta doble militancia entre ser
deportista y tener su lado político. Él representa entre todo, la defensa de
otras causas como la población afrodescendiente en Estados Unidos.
¿Al parecer y por como hablas de este espacio te sientes muy
cómoda acá?
Sí,
es que este es un espacio bacán para mí. Acá con la Fran vivimos hace cuatro
años acá y es primera vez que vivo con una pareja en proyecto de casa.
Como de familia igual. ¿O no?
Claro,
pero con ciertos cuestionamientos porque no cumplimos con ninguno de los
estándares tradicionales, pero sí, es una familia al fin y al cabo. Tenemos un
proyecto de espacio común y este es nuestro refugio ante otras cosas que
intentamos dejar afuera. Acá también está el estudio de la Fran, ella es
productora musical y acá pasamos mucho tiempo las dos.
Cuando dices que no es un estilo tradicional. ¿A qué te refieres?
Es
un alcance político porque hay caleta de parejas o familias homo parental que
replican en el ser gay, las mismas lógicas de una familia heterosexual. Y hay
mucho de esa estructura que yo no comparto. Por ejemplo, la monogamia
obligatoria, muchas formas de violencia, la maternidad obligatoria. Por eso te
digo que ser familia, no es algo que quiero alcanzar.
O sea, acá te sientes en casa y eso es lo que se busca.
Si
pos. Si pos. Y la Fran es mi compañera y este es nuestro espacio.
Practicas Kickboxing y en tu casa hay mucho de eso. ¿Cómo llegaste
a practicar este deporte y ser profesional dentro de lo amateur que es el
deporte en Chile?
Yo
llegué a entrenar por, (silencio). A ver, un poco por necesidad entre comillas,
porque me pasó un tiempo que empecé a sentir muchas inseguridades en mis
recorridos diarios, en cómo utilizamos los espacios públicos, en general, hace
tiempo me relaciono en espacios relativamente protegidos con mis amigues.
Entonces el espacio de la calle, el espacio del trabajo o la universidad me
hacían sentir insegura.
¿Insegura por situaciones que lamentablemente son comunes hacia
ustedes las mujeres?
Claro,
porque mujer y lesbiana es un problema. Y estudiar es un problema. Y
trasladarte. Y los horarios. Y ahí se suman muchas cosas. Las cosas que uno
hace y deja de hacer por estas situaciones. Por ejemplo, cuando comenzaste a tomar
un taxi en vez de una micro y después te diste cuenta que el taxi igual es
inseguro, entonces mejor no sales y es esa forma, cómo ocupas el espacio
público te obliga a limitarte.
Entonces,
tomé conciencia de eso, de que estaba limitando caleta mi espacio y que cuándo
lo hacía, me movía con miedo. Porque no siempre están las lucas para un taxi y
hay que tomar la micro y es peligroso. Sientes mucha inseguridad porque hay
situaciones de peligro que están ahí y no quería sentir ese miedo e
imposibilidad de reaccionar.
Así
llegué a entrenar. Yo comencé al tiro con el Kick. Antes en el Barrio de
Arellano entrené Box, pero cuando era muy chica. Ahí vivía yo, en la villa al
frente del Monumental (ríe).
Alguna
vez hice ahí algunos talleres pero muy amateur. Cuando llegué al Kick, comencé
con dos veces a la semana, luego tres a la semana y después ya eran dos veces a
la semana y después iba a otros lugares y de a poco fui restando otras cosas
que hacía. Por ejemplo cuando comencé a entrenar jugaba mucho a la pelota. Soy
pésima.
Pero es muy entretenido.
Sipo,
y los lunes tenía partido y los miércoles y viernes entrenaba kick, y después
comencé a dejar cosas de lado por entrenar kick y no sólo por esto del miedo,
sino también, que esto implicó un cambio que va mucho más allá de pegar un
combo o tirar una patada. Después fue un estilo de vida. Cambió mi cuerpo y las
cosas que antes eran un peligro, después se comenzaron a convertir en otras
cosas.
¿Cosas positivas o negativas?
Para
mí positivas porque haciendo la lectura, a mí lo que me daba miedo, era más
allá de las situaciones que te pueden pasar, sino que lo que te provoca miedo
es la posibilidad que hay de que te paralices y no sepas cómo reaccionar,
cuando eso pasa, te transformas en una estatua.
¿Y las situaciones que te daban miedo?
Son
todas. O sea, ser mujer y lesbiana, significa que puedes recibir un ataque de
neo nazis, y yo viví de muy chica eso. Cuando iba al Carrera o a la Blondie,
viví asaltos y eso se puede transformar a que te toquen. En otros escenarios
puedes sufrir acosos de profesores. A que te agarren la raja en la micro, que
te griten algo. Entonces ese pensar que te pase algo y no poder hacer algo, te
deja en la subordinación brígida porque no eres sujeto en eso. No puedes decidir ni defenderte.
Por
eso digo que saber artes marciales es un cambio en todos los contextos, porque
desde que comencé a entrenar, me pasan menos cosas porque ocupo de manera
distinta el espacio, ahora, igualmente me pasan cosas porque sigo siendo mujer
y lesbiana y el patriarcado está allá afuera y debo enfrentarme a él
igualmente. Pero ya no soy una potencial víctima.
¿O sea, a pesar de esto, el peligro siempre está?
Sigue
estando y es terrible. Pero ya no está, al menos en mí como antes porque si
pasa algo, yo reaccionaré y le haré frente a esta situación. Y eso pasa en
levantarle la voz a alguien, hasta pegarle un combo. Yo en los cinco años que
llevo entrenando, sólo he tenido que golpear a alguien en dos oportunidades en la
calle. Sólo dos.
Y en ese contexto ¿Cuándo dijiste ‘esto me da para competir’?
El
lugar donde entreno es súper competitivo. Todas las personas que están ahí,
compiten. Es un espacio donde todos son campeones nacionales, sudamericanos o
mundiales. Yo llegué de cueva ahí. No los conocía y llegué ahí porque me
quedaba cerca de la casa. Y todo se fue dando. Mientras comencé a entrenar, me
dieron ganas de probarme, pensaba que no iba a ser capaz, me rompí el brazo
antes de una competencia, y hace tres años y medio tuve mi primera competencia.
Luego
de eso fue todo muy rápido, me gustó caleta competir y la sensación en el ring
es como… Con mucha adrenalina y bacán porque son muy pocas mujeres que
compiten. Hoy hay hartas que entrenan, pero pocas compiten.
Y seguramente entrenan por similares razones a las tuyas.
Claro,
puede ser, aunque también hay algunas que lo hacen para cultivar la cuerpa o
mil razones. Muy pocas entran para competir. A diferencia de los hombres. Pero
también pasa que ahora hay referentes, entonces, al haber mujeres que compiten,
hay más mujeres que quieren competir.
Y
eso, es cuático. Porque hay una cuestión que a las mujeres nos faltan
referentes mujeres. No estamos en los libros de historia, no estamos en los
deportes o cuando se habla de la Gabriela Mistral, no se dice que era lesbiana,
entonces las posibilidades que tengo de decir, yo quiero ser historiadora, yo
quiero ser escritora, deportista, ingeniera o mecánica, pasa mucho por los
referentes y la educación es sumamente importante y esa cobertura que se ha
dado en los medios de que otras mujeres hagan cosas ha sido bacán porque se
motivan más mujeres. Imagínate, han llegado niñas de ocho años. Y eso es muy
bueno porque se pueden proyectar de mejor manera. Yo digo, estas cabras a los
20 años van a ser campeonas mundiales y bacán pos.
Si pos, unas verdaderas máquinas en su disciplina.
Y
que bacán que eso pueda pasar. Ahora, igual en otros deportes es cuático porque
ponte tú en el fútbol femenino. ¿Cuántos clubes de fútbol femenino hay hoy día?
Desde cuando en el Colo las chiquillas fueron campeonas de América, recién ahí
se comenzaron a abrir escuelas, antes entrenaban en espacios mixtos.
¿De dónde nace tu cercanía con Colo-Colo?
Desde
muy chica, como te contaba, yo soy nacida y criada en el Barrio de Arellano. Yo
estudié en el colegio chiquitito que está al frente del Monumental. Por
Marathon. Ahí hice la básica y vivía cerca. Luego me cambié a los departamentos
que dan para Cordillera, entonces para ir de la escuela a mi casa, estaba
abierto un callejón, esa calle Estadio Colo-Colo, antes cruzaba el estadio. Y
pasaba por las canchas de entrenamiento y veía a los jugadores, les pedía
autógrafos. Mi Familia es de Colo-Colo entonces siempre tuve cercanía con
Colo-Colo.
¿Y los días de partido?
Ahí
pasaban varías cosas. Entre que al principio había problemas entre los vecinos
y el estadio por la barra, después se comenzaron a coordinar un poco mejor. La
ida al estadio era amigable, después no, después si y entre esas cosas han
pasado muchas cosas.
Y siendo deportista y colocolina, te invitaron a participar en un
conversatorio de mujeres colocolinas y deportistas. ¿Qué pasó en ti en ese
espacio?
Ese
espacio fue bacán. Muy bacán compartir con las chiquillas que estaban ahí,
aunque yo estaba muy nerviosa porque pensaba que iba a ir poca gente y estaba
lleno. Además había transmisión en vivo. Fue bacán el espacio, las preguntas,
el diálogo con el público. Agradezco que me hayan invitado porque desde el CSD
Colo-Colo están trabajando muy bien en cuestiones de género. O sea, hay una
pega que va más allá de lo que hacen los hombres en la cancha de fútbol.
Muestran lo que hace la rama de voleibol, lo que hace la rama de básquetbol, lo
que es la navidad colocolina, los conversatorios, las pegas en el territorio, y
esas cosas, son las que me hacen sentir orgullosa de ser de este Club. Y este
conversatorio visibilizó eso. Desde el CSD Colo-Colo, no sólo es fútbol. Acá
hay otras pegas muy importantes.
¿Te sientes parte de ese Colo-Colo?
Si
pos, caleta. Caleta. Y de hecho me siento más colocolina a raíz de esa pega. Hoy
me representa mucho más el Club porque hay una comisión de género haciendo
juegos de esa temática en la navidad colocolina, haciendo conversatorios.
En
ese contexto, igual está lo malo, lo feo e imagino que fuiste parte de
situaciones de machismo dentro del estadio.
Caleta
de veces. Y no sólo en el estadio. Y no sólo dentro del estadio, sino que
afuera. Además de ser colocolina, era vecina, entonces para mí era muy
peligroso el traslado entre el colegio y mi casa cuando había partido. A veces
había tiroteos afuera del estadio, no fueron muchas veces, pero yo recuerdo que
pasó. Sufrí acosos callejeros de hinchas. Y los volaos de la esquina me
cuidaban porque la primera vez que me agarraron el poto fue alguien de
Colo-Colo. O sea, chucha, que tan segura me siento yo en la barra. Lo que pasó
hace poco con las chiquillas que iban con los pañuelos verdes. El fútbol y
Colo-Colo en particular, es un encuentro entre personas muy distintas que
muchas veces, sólo los une el amor por Colo-Colo.
En otros temas, eres súper inclusiva al hablar. Dices la cuerpa, y
hablas de amigues. ¿Desde cuándo decides incorporar este lenguaje en el
vocabulario?
Yo
decido hablar así porque hay personas que no se sienten identificadas en ningún
género y es la letra ‘e’ que enfatiza ciertas cosas. Por lo mismo, es
importante hablarlo. Es muy importante hablar de estas cosas porque si no lo
hablamos o no lo nombras, estamos in-visibilizando esas temáticas.
Al fin y al cabo todos los días se aprenden cosas nuevas y esta es
una entrevista donde todos y todas podemos aprender. Y a pesar del trabajo que
hemos conversado hay muchos cuestionamientos.
De
hecho sí pos. Y eso es bacán. De hecho yo pienso que el estadio no es solamente
un espacio peligroso para las mujeres, sino que también para por ejemplo a
personas trans, personas no binarias ¿Van al estadio? ¿Van a la barra? Porque
hay personas trans que aman a Colo-Colo, pero ¿Pueden ir a la barra? ¿O al
estadio? ¿Cuál va a ser los criterios de los pacos? ¿Le van a pedir carné? ¿Los
van a hueviar?
Entonces
todas esas cosas hay que visibilizarlas porque también el estadio es un lugar
de privilegios porque ¿quiénes pueden ir al estadio? Pienso que es bacán la
pega que hace el Club Social porque estas temáticas, si no las discutimos van a
seguir estando esos peligros y la gente excluida de estos espacios.
Ustedes mismas las mujeres. ¿Cuándo ibas a ver que un grupo de
mujeres organizara una salida?
Claro.
Eso mismo.
Algún mensaje a los socios, socias, hinchas de Colo-Colo.
Que
se inscriban. La otra vez lo hablábamos con otros hinchas en la navidad
colocolina, pero en esta disputa con Blanco y Negro y lo que significan ellos y
la pega que hace el CSD Colo-Colo, requiere de mucha gente, entonces, debemos
pagar nuestras cuotas, ser parte del Club porque el neoliberalismo brutal se ha
metido hasta en los clubes que amamos. Y enfatizo mucho el mensaje al trabajo
de la Comisión de Género. El llamado es a las chiquillas a integrar la Comisión
de Género porque podríamos ser muchas más. Ahí, el ser de Colo-Colo y amar el
Club, significa en la participación en el Club. Creo que ahí se hace una pega
muy buena y requiere muchas manos para hacer del Club un espacio político y de
organización social. Porque Colo-Colo es mucho más que un partido de fútbol.