El 23 de enero, pleno verano del 2002, no se alcanzó a dimensionar el invierno en el cual se sumergiría la institución de nuestros amores. El Vigésimo Segundo Juzgado Civil de Santiago determinaba la quiebra del Club Social y Deportivo Colo-Colo, por una deuda que sería fijada posteriormente en 30 millones de dólares, en una operación inédita en Chile.
En un principio, todos los dardos apuntaron hacia las gestiones de la década anterior, encabezadas alternadamente por Peter Dragicevic y Eduardo Menichetti y la fuerte polarización vivida entre ambos bloques al interior del club. Sin embargo, con la perspectiva que da el tiempo, no todo parece haber sido tan simple ni mucho menos casual y cada vez parece haber más razón en aquellas voces de socios y socias que desde entonces levantaron la voz para defender al club, su historia, su gente y su institucionalidad.
Previo al 2002, Colo-Colo había sufrido embistes y crisis internas. Cada una de estas situaciones se pudieron resolver de modo que el club siguiera creciendo y consolidándose deportiva e institucionalmente, logrando sus mayores glorias y hazañas y alzándose, definitivamente, como la institución más grande de la historia deportiva del país.
En 1932, a sólo 7 años de la fundación y previo a la obtención de la personalidad jurídica el 14 de febrero de 1933, el club vivió su primer remezón institucional, desencadenada por una gran deuda y diferencias al interior del directorio por esta materia. El asunto se resolvió mediante la intervención de la Asociación de Fútbol de Santiago, coincidentemente un día 22 de enero.
Saldado aquel episodio, a fines de los años 40 el directorio del entonces presidente Robinson Álvarez renunció al cargo señalando que el club se encontraba en bancarrota. La situación pudo ser superada fundamentalmente gracias a las administraciones de los presidentes Foncea y Labán durante las décadas siguientes. Prueba de esas gestiones son los campeonatos obtenidos en 1953, 1956, 1960 y 1963, y los subcampeonatos de los años 1952, 1954, 1955, 1958, 1959 y 1966. No obstante, el mayor indicador de desarrollo y crecimiento institucional durante la época fue la constitución de la Inmobiliaria Estadio Colo-Colo en 1956, desarrollada junto a la compra del terreno Pedrero, en el cual se emplaza hoy el Estadio Monumental.
Veinte años después Colo-Colo debió sortear una nueva división entre sus socios y socias, quienes se repartieron entre adeptos y detractores de Guillermo Herrera, presidente del club entre 1964 y 1968. Durante la época volvió a crecer la deuda e incluso se desató una huelga de jugadores en 1968, año en que la Asociación Central de Fútbol (AFC) –antecesora de la actual ANFP– intervino la institución. La única forma de salir de aquella emergencia fue regresar la administración a los únicos legítimos detentatarios de la soberanía institucional: los socios y socias del club, quienes escogieron a Héctor Gálvez como nuevo presidente, dando inicio a un nuevo ciclo de éxitos, con los campeonatos de 1970 y 1972, pero marcado a fuego por el subcampeonato de Copa Libertadores de América de aquél histórico plantel de 1973.
Con la llegada de la dictadura cívico militar, en 1976 un golpe institucional disolvió el directorio del Club Social y Deportivo Colo-Colo y la administración fue asumida por representantes impuestos. Dado que la FIFA prohibía la intervención estatal en los clubes federados, se resolvió intervenir al club por parte de la ACF nuevamente, viviéndose soterrados escándalos y turbiedades administrativas y financieras, lo que para el cruento contexto nacional que se vivía, no pasó de ser una anécdota. Frente al intento de la dictadura de utilizar la institución más grande y popular del país, también se sobrepuso Colo-Colo y logró construir fuertes cimientos cuyos frutos vinieron con el tricampeonato de 1989-90-91, la histórica obtención de la Copa Libertadores en 1991, la Recopa Sudamericana (1992), la Copa Interamericana (1992) y los campeonatos de 1993, 1996, 1997 y 1998. Además, ilumina aquellos años la inauguración definitiva de uno de nuestros más grandes sueños: el Estadio Monumental, construido durante décadas gracias al invaluable aporte y trabajo de los colocolinos y colocolinas.
A la luz de estos antecedentes, resulta impensado señalar que una crisis financiera o institucional fueran base suficiente para instalar la brutal arremetida, público y privada, de la que fue objeto el Club Social y Deportivo Colo-Colo desde el año 2002. Poco importó que no existiese una reforma profunda al marco regulatorio del fútbol, a fin de evitar vicios e irregularidades, tampoco que el rol del Estado fue absolutamente negligente respecto de resguardar el carácter social del deporte. Simplemente apuntaron a profundizar la privatización, mediante un modelo creado por la élite política y empresarial e implementado a costa de la quiebra.
Desde 1998, con la moción parlamentaria del senador Sebastián Piñera, se venía fraguando la instalación del modelo de Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales (SADP), que terminaron transformándose en realidad en mayo de 2005, al alero de falsas promesas de profesionalización y desarrollo. A partir de entonces la administración total de nuestra institución pasó a manos de una sociedad anónima creada para este efecto, cediendo uso, goce y explotación a manos privadas por un plazo inicial de 30 años renovable, en un proceso lleno de vicios, coacción y falta absoluta de transparencia.
Durante los años posteriores enfrentamos irregularidades, como la pérdida del padrón de socios, amenazas y agresiones frente a cualquier intento de recuperación institucional del club. Sin embargo, gracias a la organización de socios y socias ha sido posible preservar el Club Social y Deportivo Colo-Colo, defender su historia, fortalecer su institucionalidad y continuar construyendo un club fuerte, grande y participativo.
El 23 de enero de 2022 nos encuentra con más de 60 mil socios y socias al día, con ramas deportivas reactivadas y compitiendo al más alto nivel, con más de 30 filiales a lo largo de todo Chile y encabezando la gestión del primer equipo de fútbol profesional. La propia historia de nuestro club nos ha entregado lecciones y tenemos la convicción absoluta de que la única forma de recuperar totalmente Colo-Colo, salvaguardar nuestro patrimonio institucional y continuar el legado de Arellano es mediante un proyecto social y deportivo, en el cual los socios y socias sean líderes y protagonistas.