Carlos Caszely conoce casi de memoria el Estadio Monumental.
Pasea por el recinto como dueño de casa. Los 208 goles que hizo en Colo-Colo le
dan esa tranquilidad y autoridad para entrar y salir cuando quiera. Sin
embargo, llegó algo nervioso el sábado. Eso porque después de 32 años se
volvería a vestir de corto con la camiseta del ‘Cacique’.
No importó la cantidad de veces que ya había jugado con
Colo-Colo de todos los tiempos los lunes en la ‘Ruca’, esta vez, el condimento
era diferente, puesto que saltaría a la mítica cancha David Arellano, que,
además, para la hora del preliminar, contaba con unos 15 mil fanáticos.
Al partido entró en el segundo tiempo. Más lento que en sus
años de gloria, pero la calidad no la pierde, el crack, cuando tuvo que entrar,
rápidamente hizo contacto con el balón y tocó. Se metía en el área, su hábitat
y todos los balones iban para él.
La hinchada en las tribunas se emocionaba cuando Caszely
tocaba el balón, lo aplaudían y coreaban su apellido como en las mejores tardes
en el Estadio Nacional. “Fue maravilloso sentir el cariño del público, desde la
tribuna oficial me homenajearon de pie, aplaudieron. Lo mismo en Cordillera. Es
muy generoso el público colocolino y la emoción no la puedo evitar”, dijo el
goleador a Pasión del Pueblo tras el partido.
“Aunque fuera Neruda o Gabriela Mistral, no podría describir
en palabras lo que sentí adentro de la cancha. No puedo describir lo que uno
siente cuando escucha el apellido vitoreado por el público, el que me vio hace
32 años y aun así me quieren y respetan”, complementó.
El ‘Chino’, líder en el camarín de glorias de Colo-Colo,
cuenta que decidieron darles la oportunidad a ocho jugadores de las divisiones
menores para compartir equipo con ellos.
“Quisimos que sintieran el cariño del
público, el calor del Monumental y contarles un poco que ellos serán futuro del
Club, para que el día de mañana, no nieguen nunca una foto, nunca un autógrafo,
porque el hincha colocolino, siempre estará para nosotros”, sostuvo.
Al finalizar, agradeció las innumerables muestras de cariño
que recibe en el día a día.
“Siento el respeto de la gente cuando me piden
fotografías, autógrafos, cuando voy a dar charlas a colegios y niños de 11, 12
o 13 años que nunca me vieron jugar y aun así me demuestran su cariño. Dicen
que escucharon historias de sus papás, abuelos, entonces, se va traspasando de
generación en generación la historia de este bigotón de pelo blanco que sigue
haciendo goles”, ríe.